Los aficionados reunidos afuera del hotel Luzeiros de Fortaleza —algunos con sombreros, otros con máscaras y sus camisetas verdes— bailaron y cantaron por varias horas al ritmo de las notas del típico mariachi mexicano.
La celebración y los cantos fueron tan emotivos que los seleccionados mexicanos, como ocurre con la mujer amada en el rito de la serenata, salieron al balcón del hotel para escuchar la música y dar las gracias a sus seguidores.
"Fue un 2013 muy difícil para la selección mexicana y había una deuda muy fuerte de nuestro equipo hacia nuestra afición. La muestra que nos dio la gente nos motivó a los muchachos, los directivos y todo el cuerpo técnico a acercarnos a ellos para que vean que no somos un equipo intocable", dijo el entrenador mexicano Miguel Herrera el lunes. "Esta gente está haciendo un gran esfuerzo para estar aquí, para estar apoyándonos, y queremos mandarla al siguiente partido muy contenta".
La segunda noche de serenata no tuvo el mismo final emotivo que la primera, porque los jugadores optaron por descansar para el complicado partido del martes ante Brasil y no salieron al balcón.
Al menos nadie, como ocurre con algunas serenatas fallidas, salió a rociar a los interpretantes con agua para silenciarlos.